Cada mes, el cuerpo femenino orquesta un complejo y rítmico baile hormonal conocido como el ciclo menstrual. Durante sus años fértiles, las mujeres experimentan variaciones en la secreción de hormonas acompañadas de cambios físicos en los ovarios y otros órganos sexuales. Los mecanismos que determinan dichas variaciones cíclicas recaen en el cerebro; sin embargo, ¿realmente sabemos lo que pasa cada mes en el cerebro de las mujeres?
El ciclo sexual mensual femenino, o ciclo menstrual, se extiende de manera regular, entre 25 y 32 días y se compone de una serie de fases en las que las hormonas del sistema hormonal femenino son secretadas en distintos niveles y ritmos. Dicho sistema consta de los siguientes tres grupos de hormonas:
1. Una hormona liberadora hipotalámica, denominada hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH).
2. Las hormonas adeno-hipofisarias, hormona foliculoestimulante (FSH) y hormona luteinizante (LH), ambas secretadas en respuesta a la hormona liberadora GnRH del hipotálamo.
3. Las hormonas ováricas, estrógenos y progesterona, secretadas por los ovarios en respuesta a las dos hormonas sexuales femeninas adeno-hipofisarias (FSH y LH).
Como se puede observar en la imagen, las concentraciones de estrógenos (entre ellos estradiol), son más altas en las fases folicular tardía y fase lútea media, mientras que las concentraciones de progesterona predominan en la fase lútea media.
A pesar de ser un campo relativamente nuevo en la investigación, cada vez hay más evidencia de que las hormonas ováricas (estrógenos y progesterona) impactan la estructura, la química y el funcionamiento cerebral de las mujeres en edad reproductiva. Si bien estudios previos en ratas y otros mamíferos han demostrado que el tamaño de determinadas regiones cerebrales puede cambiar por la liberación de estrógenos, recientes estudios en cerebros femeninos han revelado que las fluctuaciones hormonales a lo largo del ciclo menstrual alteran drásticamente las áreas cerebrales responsables de las emociones, la memoria y la eficacia en la transferencia de información.
Esto adquiere especial relevancia si consideramos que la mayoría de las mujeres atraviesan aproximadamente 450 ciclos menstruales a lo largo de 30 a 40 años de sus vidas, en los cuales se verá impactado su bienestar.
Aunque las pruebas sobre los efectos del ciclo menstrual son limitadas todavía, ¿qué consecuencias a nivel cerebral se han identificado con la información disponible hasta la fecha?
Se sabe que el ciclo menstrual hace que ciertas regiones cerebrales estén más o menos conectadas según la fase del ciclo y los niveles hormonales, lo cual implica que las hormonas afectan diversas capacidades cognitivas y emocionales de manera particular para cada fase del ciclo.
Los estudios han demostrado que el ciclo menstrual afecta cómo las mujeres procesan las emociones debido a su conexión con una parte del cerebro llamada sistema límbico, el cual se ve influenciado por las hormonas ováricas. Una de las estructuras importantes dentro de este sistema es la amígdala, que juega un papel clave en cómo todos procesamos nuestras emociones. Sin embargo, para las mujeres es diferente debido a que durante la fase lútea tardía (al final del ciclo), la amígdala aumenta en tamaño de materia gris, lo cual está relacionado con sentir más emociones negativas y tener una respuesta diferente al estrés.
Otro hallazgo interesante es cómo las habilidades mentales varían a lo largo del ciclo menstrual. Las investigaciones sugieren que las capacidades espaciales (las que nos sirven para ubicarnos en nuestro entorno y mover objetos en el espacio) y numéricas (para entender y hacer operaciones numéricas) tienden a mejorar cuando los niveles de hormonas ováricas son bajos, es decir, durante la fase folicular temprana. En cambio, las habilidades verbales (la capacidad de comunicarnos de manera eficaz) y de memoria parecen fortalecerse cuando las hormonas están altas, específicamente durante la segunda mitad de la fase folicular y la fase lútea. Estos hallazgos sugieren que hay una interacción compleja entre las hormonas y las funciones que desempeña nuestro cerebro, aunque los resultados sobre cómo impactan exactamente a cada área siguen siendo variados y no del todo concluyentes.
En cuanto al hipocampo, una región clave del cerebro relacionada con funciones importantes de la memoria, se ha visto que su tamaño aumenta en la fase folicular tardía. Este crecimiento se debe al incremento del estradiol y a la disminución de la progesterona y se ha visto que dichos cambios mejoran la capacidad del hipocampo para recuperar recuerdos.
Por el contrario, durante la fase folicular tardía, cuando los niveles de estradiol son altos, se ha observado que otras partes del cerebro como los ganglios basales (importantes para la memoria y el aprendizaje) y la corteza cingulada anterior (ACC; involucrada en el comportamiento y el aprendizaje) tienden a disminuir en tamaño. En consecuencia, se han reportado mejores niveles de atención cuando los niveles de estradiol y progesterona son bajos, lo cual sucede en la fase folicular temprana.
La corteza prefrontal (CPF) es una parte del cerebro que controla funciones cognitivas avanzadas como la atención, la planificación, el procesamiento de información y la flexibilidad mental, además de influir en aspectos de la personalidad, la memoria y la conducta. Algunos estudios indican que el estradiol y la progesterona afectan cómo esta área se activa y responde, especialmente en tareas relacionadas con la memoria y la manera en que nos comunicamos verbalmente, por lo que probablemente también afecta las otras funciones de esta región cerebral.
Otras regiones del cerebro también cambian de tamaño durante el ciclo menstrual debido a las fluctuaciones en los niveles hormonales y dichos cambios pueden reflejar los efectos en la memoria y el aprendizaje similares a los observados en las áreas previamente mencionadas, pero aún falta más investigación al respecto.
En conclusión, se ha evidenciado que la manera en que el cerebro de las mujeres funciona está influenciada por los cambios en las concentraciones de hormonas sexuales femeninas a lo largo del ciclo menstrual. Las investigaciones demuestran que, aunque hay áreas especialmente sensibles a estas fluctuaciones hormonales, es indiscutible que las hormonas femeninas modulan la comunicación en todo el cerebro. Por lo tanto, a medida que la ciencia avanza, descubrimos cómo estas fluctuaciones afectan también la estructura cerebral, la química y las funciones cognitivas y emocionales.
Comprender esta conexión es fundamental no solo para las mujeres que desean conocer mejor sus cuerpos y mentes, sino también para toda la comunidad científica, ya que este conocimiento abre la puerta a innovaciones en el tratamiento de trastornos hormonales y mentales, representando un área de investigación futura muy prometedora.
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Mariana Loose
Psicóloga
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