Neuropsicología de las emociones: estructuras cerebrales implicadas en los procesos emocionales en personas con Deterioro Cognitivo
- Lucía Vaquero Díaz
- 1 jul
- 4 Min. de lectura

La neuropsicología de las emociones ha emergido como un campo crucial en la comprensión de cómo el cerebro procesa las emociones, especialmente en personas que sufren deterioro cognitivo debido a enfermedades neurodegenerativas como la demencia o el Parkinson. Si bien se han logrado muchos avances en el estudio de las funciones cognitivas en estas condiciones, el procesamiento emocional sigue siendo un área que requiere mayor investigación, sobre todo por su impacto en la calidad de vida de los pacientes.
¿Qué estructuras neuroanatómicas están implicadas en las emociones?
Las estructuras neuroanatómicas clave en el procesamiento emocional incluyen principalmente el sistema límbico, lacorteza cingulada y el neocórtex.
El sistema límbico, que abarca estructuras subcorticales como la amígdala, el hipocampo, el tálamo y el hipotálamo, tiene un rol esencial en la generación y regulación de emociones. En particular, la amígdala es fundamental en el procesamiento de emociones y está conectada a múltiples áreas del cerebro, facilitando respuestas emocionales complejas en varios niveles.
Amígdala: fundamental en el reconocimiento y procesamiento de emociones, principalmente identificación de emociones intensas como el miedo y la ira. Su conexión con otras áreas cerebrales facilita la percepción y reacción adecuada antes emociones negativas. Además, la amígdala contribuye en la regulación emocional.
Corteza orbitofrontal: gran importancia en la regulación de la conducta social, la toma de decisiones y la inhibición de conductas.

¿Cómo afecta el envejecimiento a nuestra capacidad para procesar y reconocer emociones?
A medida que envejecemos, no solo disminuyen nuestras capacidades cognitivas, sino también las habilidades para procesar y reconocer emociones. Diversos estudios sugieren que esta disminución está relacionada con el deterioro de ciertas áreas cerebrales claves. Uno de los hallazgos más interesantes es el cambio en cómo la amígdala, una región central en el procesamiento emocional, reacciona ante estímulos emocionales. Según Mather et al. (2004), mientras que la amígdala en los jóvenes responde más a emociones negativas, como el miedo y la ira, en personas mayores, su actividad se enfoca más en emociones positivas.
Se ha investigado el reconocimiento de emociones básicas a través de expresiones faciales en pacientes con enfermedad de Alzheimer, encontrando que el deterioro de estructuras clave, como la amígdala y la corteza orbitofrontal, influye negativamente en esta capacidad, particularmente en el reconocimiento del miedo. La dificultad para interpretar las expresiones faciales podría deberse a la reducción del volumen de la amígdala, un cambio que se observa en estudios de neuroimagen desde las fases iniciales de la enfermedad. La amígdala, que juega un papel crucial en la respuesta a emociones negativas, se ve gravemente afectada por la atrofia neuronal, lo que explica las alteraciones en el procesamiento emocional en estos pacientes.
Otra demencia relevante en el estudio de las emociones es la demencia frontotemporal. A diferencia del Alzheimer, esta enfermedad se caracteriza por una pérdida significativa de la empatía y problemas de comportamiento social, como la desinhibición. Estos síntomas se deben principalmente a la atrofia de la corteza orbitofrontal, que es fundamental en el procesamiento de las emociones y el control social. Estudios como los de Lough et al. (2006) muestran que los pacientes con demencia frontotemporal tienen dificultades para reconocer emociones en rostros y voces, estas dificultades están directamente relacionadas con las alteraciones en áreas cerebrales como la corteza prefrontal y la amígdala, que como hemos mencionado anteriormente juegan un papel clave en el procesamiento emocional. Los pacientes con DFT presentan deficiencias en el reconocimiento de emociones negativas, como el miedo, la ira y el disgusto, mientras que las emociones positivas, como la felicidad, pueden estar mejor conservadas.
La demencia frontotemporal impacta más gravemente en las emociones negativas, mientras que enfermedades como el Alzheimer afectan más uniformemente a la capacidad de reconocer tanto emociones positivas como negativas.
El impacto de la enfermedad de Parkinson en el procesamiento emocional también es significativo. Aunque esta patología es conocida principalmente por sus síntomas motores, como el temblor y la rigidez, las áreas cerebrales que regulan las emociones también se ven afectadas. La pérdida de dopamina en la sustancia negra, combinada con el deterioro de otras áreas como la amígdala y los ganglios basales, influye en la capacidad de los pacientes para reconocer emociones faciales, especialmente emociones negativas.
Un estudio realizado en la Universidad de Ámsterdam utilizó potenciales de eventos relacionados (PER) para evaluar cómo los pacientes con Parkinson procesan imágenes emocionales. Los resultados mostraron que estos pacientes perciben las imágenes como menos interesantes o más negativas en comparación con un grupo control. Esto se correlaciona con una disminución en la activación de los lóbulos parietales y occipitales ante estímulos emocionales, lo que demuestra que el Parkinson afecta también el procesamiento emocional.
El estudio del procesamiento emocional en personas con deterioro cognitivo es clave para comprender cómo las enfermedades neurodegenerativas afectan la vida diaria de los pacientes. Desde la amígdala, que es esencial para procesar el miedo, hasta la corteza orbitofrontal, que regula las normas sociales y la empatía, muchas estructuras cerebrales están implicadas en estos procesos emocionales. En enfermedades como el Alzheimer, la demencia frontotemporal y el Parkinson, estas áreas sufren un deterioro significativo, lo que influye en la capacidad de los pacientes para reconocer y responder a las emociones.
Para concluir, es fundamental recalcar la importancia de abordar el procesamiento emocional en terapia, además de los aspectos cognitivos, en pacientes con deterioro neurodegenerativo. La neuropsicología de las emociones ha demostrado que los trastornos en el reconocimiento y la regulación emocional impactan profundamente en la calidad de vida y en las relaciones sociales de estos pacientes, afectando su bienestar emocional tanto como sus habilidades cognitivas. Las alteraciones en estructuras como la amígdala y la corteza orbitofrontal, esenciales en el manejo de emociones intensas y en la interacción social, demandan una intervención integral que incluya tanto la estimulación cognitiva como el apoyo emocional. A través de estrategias terapéuticas especializadas, el trabajo en consulta puede facilitar una mejor adaptación emocional y reducir síntomas de ansiedad, apatía y desinhibición, lo cual resulta esencial para promover una vida más plena y emocionalmente satisfactoria para los pacientes y sus familiares.
González Aloy, J. (2014). Reconocimiento emocional en pacientes con demencia frontotemporal (Trabajo de fin de grado). Universitat de les Illes Balears. https://repositori.uib.es/xmlui/bitstream/handle/11201/2123/tfg_Javier%20Gonza%cc%81lez_Aloy_8p.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Lladó, A. (2019). Reconocimiento emocional en demencias. Neurología.com. https://neurologia.com/articulo/2019010
Blanca Sevillano
Psicóloga
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